En la lejana isla de Panfrina se vivía muy tranquilo, sus habitantes no necesitaban nada, eran felices los panfrineses.

Pero el frutero Frasio, tenía un secreto: en su frigorífico guardaba un fresón gigante que su primo Friqui, le había traído de Francia. Una noche en la que todos dormían, a Frasio se le ocurrió freírse el fresón. Abrió el frigorífico de la frutería y cogió el fresón. Lo echó a la sartén. Cuando el fresón empezó a calentarse, comenzó a hincharse como un globo. Más y más. El frutero Frasio lo sacó a la calle, allí ya estaban todos sus vecinos que habían oído que algo distinto pasaba. Cuando vieron el fresón exclamaron: ¡Oh!, ¡ah!, ¡vaya!, ¡mira! y cosas así.

De repente aquella fruta fresón, empezó a tiritar, tenía frío y... ¡pum!, explotó.
Del cielo cayeron miles de trocitos de fresa helados y frescos. Todos los panfrineses fueron a buscar sus cofres especiales, pues las cosas extraordinarias las guardaban en cofres. Recogieron fresas heladas, frambuesas frescas y fresones fríos.

Si un día vas por la isla de Panfrina, pídele al frutero que te enseñe su cofre lleno de helado de fresa y frambuesa y no te cortes, ¡pídele un cofrecito de su sabor especial!

¡Está para rechufrarse los dedos!

 

Carmen Ramos