Las Palabras.

Las palabras son mágicas. Las palabras se esconden en los cuentos,
viven los sueños. Disfruta las palabras escritas y luego deja volar tu imaginación.
(Carmen Ramos).

 Antes de que nos demos cuenta, un sinfín de palabras se pasearán por nuestra mente y construirán nuestros pensamientos.

Las palabras nos guiarán hacia la curiosidad y nos abrirán un mundo infinito de posibilidades. Nos llevarán de lo desconocido a lo real, de la oscuridad a la luz.

Las palabras nos tienden un puente hacia las personas que nos rodean. Ellas, pueden estar escritas, habladas, incluso gesticuladas, lo importante es comprender la empatía de su mensaje: las palabras son nuestro equilibrio interior, sin ellas no podríamos vivir sanamente. 

Las palabras nos retan de continuo, ponen en danza nuestra imaginación. Si nos dejamos llevar por su juego entablaremos un diálogo inagotable con la emoción, con el colorido travieso del que se sirven algunas veces, nos impregnaremos de olor a mar, a nubes, a tierra mojada. Tal vez nos enseñen el verdadero sabor de la alegría, de la aventura o del misterio. 

Las palabras crean vínculos afectivos. Escuchemos y narremos. Ellas son las encargadas de introducirnos, desde niños, en el lenguaje de los cuentos, en el de los símbolos, en el del ritmo, las palabras tienen la misión de despertar el ingenio. 

Si nos entrenamos en pensar con imágenes y palabras, nuestra creatividad crecerá y también todo aquello que proyectemos hacia el exterior, esto nos producirá estabilidad y armonía. 

Las notas de una partitura cobran vida en las manos de un instrumentista, las palabras en las del escritor, luego en la mente del lector. 

Así que, ¿por qué no inventar palabras que nos abran las puertas de la fantasía o el juego? 

Recordad que las palabras tienen su propio reino: el de los cuentos. 

Ya sólo nos queda convertirnos en "capitanes intrépidos" y navegar cargando nuestros barcos de palabras grandes y pequeñas, gordas, largas o canijas, ruidosas o silenciosas, en una PALABRA, ha llegado la hora de divertirse con ellas y ser un poco rebeldes. 

¡Seguidme!, vamos a liberar las palabras de nuestra mente, de los libros que las guardan; seamos traviesos y disfrutemos con ellas.

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