LA BELLA DURMIENTE Y
MORTADELO
Había una vez un agente de la "tía".
Mortadelo que se propuso tener una esposa. Ocelia le dijo:
- No hay muchas mujeres bellas en este mundo.
Mortadelo quería mirar un teléfono de chicas, para ligar y se entretuvo
leyendo un cuento de la "Bella durmiente" el libro observó por
completo. Mortadelo se encontró en un castillo y con unas pequeñas hadas,
estas le dijeron:
- ¿Qué buscas por aquí?
- Una chica
- Pues, ¿por qué no liberas de la torre a una princesa, muchacho?
- ¡Vale!, indicadme el camino, -dijo Mortadelo.
- Si tú trabajas en la "tía" debe haber alguna chica, -dijeron las
hadas.
- Sí hay chicas, bueno la única chica que hay es una ballena.
Las hadas le llevaron a la habitación donde se encontraba la Bella Durmiente.
Le dijeron que la tenía que despertar.
- ¿Cómo?, ¿con la radio a tope, con el olor de una mofeta o haciéndola
cosquillas?, -preguntó Mortadelo.
- Con el primer beso de amor. -dijeron las hadas.
Mortadelo la besó y se despertó.
- ¡Oh, mi dulce amado!, ¡oh, que nariz tienes, qué gafas tan preciosas, qué
poco pelo!, -dijo la princesa.
- ¡Calla ya!, -dijo Mortadelo.
- ¡Es que eres tan apuesto!. Vámonos de esta asquerosa torre.
Mortadelo bajó a la princesa por la ventana, entonces se oyó un extraño
ruido: ¡Grrrr!, era un dragón. La princesa y Mortadelo corrieron todo lo que
pudieron. Mortadelo se encontró una espada y se la lanzó al dragón.
- ¡Oh, mi príncipe que me ha salvado de ese dragón!, -dijo la
princesa, ¿por qué no bailamos?.
-¡Vale!, -dijo Mortadelo.
La princesa y Mortadelo bailaron y a partir de ese momento hicieron muchas cosas
juntos: bañarse, comer, dormir y casarse.
Mortadelo llegó a su lugar de origen, la "tía". La princesa dijo:
- Yo quiero ser súper agente.
- ¡Sí, y yo rey!, dijo Mortadelo.
- ¡Oye!,¡puedo serlo, me alistaré a la "Tía"!, -replicó la
Princesa.
Y así lo hizo, se alistó y Mortadelo tenía que cuidad de ella. La Princesa en
vez de dar a los malos, le dio en los dientes, le pidió perdón pero Mortadelo
se levantó y la quería pegar. Pero salió el Jefe y dijo a la Princesa:
- Muy bien Princesa, contratada.
Mortadelo y la Bella Durmiente fueron felices y atraparon a muchos malos.
Álvaro Vicioso 5º B
LA AVENTURA DE LOS
PERSONAJES
Érase una vez una librería un poco pobre y pequeña que la llevaba un hombre
llamado Juan. Él no sabía el secreto que guardaba su librería. Cada vez que
cerraba la puerta para irse a la cama a dormir, todos los personajes de los
cuentos salían de ellos y se divertían, había todo tipo de libros: de
ciencias, de matemáticas, de aventura, de misterio, etc...
Un día Juan olvidó un libro de ciencia que había reservado a una persona. Se
fue a su casa, cerró la puerta y apagó las luces. Al cerrar, los personajes
los cuentos salieron de ellos porque se creían que no iba a volver. Después de
30 minutos aproximadamente se oyó la cerradura de la puerta. Era Juan, los
personajes de los cuentos fueron corriendo a meterse en su libro, pero no lo
encontraron, y se metieron en uno cualquiera. Fijaos entonces ¡¡¡vaya lío!!!.
Cada personajes estaba en otro libro y no podía salir de él.
Sólo había una forma de salir y todavía no lo habían descubierto. Mortadelo
y Filemón estaban en el cuento de Caperucita Roja. Vieron que estaban en el
principio del cuento y por probar hicieron lo que hizo Caperucita. Consiguieron
llegar a casa de la abuelita.¡Y, cómo no!, en vez de la abuelita estaba
esperando el lobo a Caperucita, y en vez de Caperucita se encontró con
Mortadelo que le pegó un buen capón y le dejó medio desmayado.
Después de esto desapareció todo y sólo apareció una puerta, la abrieron y
vieron que estaban en la librería.
Todos los demás personajes hicieron lo mismo, menos uno, el colmo de los
colmos, era el Pato Donald en un cómic de Mortadelo y Filemón.
El "Súper" le mandó una misión: tenía que capturar a tres superhéroes:
Spiderman, Tarzán y Superman. ¡Lo que faltaba!. Y el Pato Donald lo tenía que
hacer por narices si quería salir del cómic.
Empezó por Spiderman, lo intentó todo, desde una ventana de tres pisos más
arriba le tiró un ladrillo a la cabeza y Spiderman se cayó de boca al suelo.
Así es como el pato Donald terminó con Spiderman, entregándolo al "Súper".
El "Súper"dijo que tenía que ir al zoo a capturar a Tarzán. El pato
Donald fue al zoo y no encontró a Tarzán. Pasaron horas y más horas, hasta
que el pato Donald se cansó de buscar y dijo que se rendía. Justo en ese
momento oyó un grito. ¡Era el de Trazan, que se acercaba!. Donald le preparó
una trampa , sacó un cable de una farola para que Trazan lo usara de liana.
Cuando Tarzán lo tocó le dio tal calambrazo que lo dejó hecho ceniza.
Cuando el pato Donald encontró al "Súper", le dijo que lo estaba
consiguiendo que sólo faltaba Superman.
Donald se puso manos a la obra con la trampa. Dibujó un piso con una carretera
y se dibujó a él mismo yendo por ella. Bien, la trampa ya estaba lista, sólo
quedaba encontrar a Superman y llevarle hasta ella. Cuando el Pato Donald le
encontró le hizo burla diciéndole de todo. Hasta que Superman se enfadó tanto
que le persiguió con tanta rabia que si pillaba a Donald era capaz de matarle.
Cuando Donald llegó a la trampa, se escondió y Superman, con toda la rabia que
llevaba se tiró de cara a por el Donald que estaba dibujado en la pared. Se dio
de tal forma que se le cayeron todos los dientes. Se lo entregó al "Súper".
Cuando pasó esto hizo lo mismo que con Mortadelo y Filemón en el cuento de
Caperucita Roja. Todo desapareció y sólo había una puerta, cuando la abrió
vio que estaban todos sus amigos esperándole en la librería.
Desde entonces todos los personajes salen menos y con precaución.
Rubén de Pedroviejo 6º A
PABLO Y LOS PERSONAJES DE
LOS LIBROS
En la vieja librería de mi barrio, hay toda clase de libros: los cuentos
infantiles más conocidos, libros de historia, de ciencias, libros de texto, de
poesía, cómic...
Cada tarde, cuando Pablo, el librero, apaga las luces y se marcha, los
personajes de los libros se salen de ellos y montan una fiesta.
Un día, Pablo estaba volviendo a su casa, cuando se dio cuenta de que se le había
olvidado el móvil en la librería, así que tuvo que volver a buscarlo. Cuando
llegó a la puerta de la librería, sacó las llaves y las encajó en la
cerradura. Todos los personajes de los libros, que, como siempre, estaban de
fiesta, al escuchar la cerradura, se escondieron en el primer libro que
encontraron.
Pablo entró en la tienda, recogió su móvil y se marchó a su casa.
Al día siguiente, sobre las diez de la mañana, llegó a la librería un señor
muy mayor y le preguntó a Pablo:
-¿Tiene algún libro de medicina?
-Claro, tercer pasillo a la derecha, en el primer estante.
El señor se dirigió al lugar indicado por Pablo, cogió un libro que tenía
pinta de ser muy antiguo y preguntó de nuevo:
-¿Cuánto vale?
-Son tres euros con cuarenta céntimos.
-Me lo llevo. Aquí tiene su dinero. Gracias y hasta pronto.
-Gracias a usted. Adiós.
Al rato llegó una niña y se dirigió a Pablo diciendo:
-Quiero el libro de "La Bella Durmiente", lo tengo reservado a nombre
de Marta.
-Sí, este es, cuesta dos euros.
-Ya lo se, tome le doy tres euros en favor de que usted me lo haya estado
reservando durante una semana. Adiós.
-Gracias por tu compra, vuelve pronto.
A la media hora llegó una señora que tenía muchas arrugas y preguntó en un
tono muy serio.
-¿Tiene algún libro de hechizos?
-¿Para qué quiere usted un libro de hechizos?¿Para preparar un conjuro
antiarrugas? Ja, ja, ja. No se lo tome a mal, solo era una broma.
-Muy graciosillo. Pues a usted no le vendría nada mal un hechizo anticelulítico.
Je, je, je. No se lo tome a mal, era una simple bromita.
-Bueno dejémonos de bromas, hay un libro de hechizos en el segundo pasillo, en
el sexto estante.
La señora fue a buscar el libro, lo llevó como pudo al mostrador, (pesaba
demasiado para ella) y le pagó a Pablo con un billete de veinte euros.
-Aquí tiene su cambio, gracias por su compra y cuando realice el hechizo
antiarrugas, vuelva por aquí, pero si no le salen sus arrugas... esto... mejor
que no vuelva a entrar en mi librería.
-Cuando aprenda conjuros, te echaré uno para que te quedes calvo y sin nariz.
Y pegando un portazo se marchó.
Pablo cerró la tienda y se fue a comer a su casa.
Cuando terminó de comer, se volvió a marchar a la librería. Estaba a punto de
llegar cuando se percató de que en su tienda había una fila de tres personas,
las tres personas que habían estado en la librería esa misma mañana.
Cuando le vieron llegar de lejos, empezaron a gritar :
-¡¡¡ESTAFADOR!!! ¡¡¡TIMADOR!!!
-¿Qué les pasa, por qué me insultan?
Tomó la palabra el señor mayor :
-Mire usted : que confunda a mi hijo con el loro, pase, que confunda a mi mujer
con un abeto, también pase, pero que confunda a una planta medicinal con La
Cenicienta... no pasa.
-Si se explica un poco quizá le entienda.
-Pues que en mi libro en vez de dibujos de plantas medicinales, están : Don
Quijote, La Cenicienta, Mortadelo y uno que decía llamarse "Pikachu".
El único que tiene que explicarse aquí es usted, que digo usted, TÚ, porque
es que ya no te mereces ningún respeto, por estafador.
-Pero si yo...
-Y en mis libros, -interrumpió la niña- no hay ninguna Bella Durmiente, sino:
un Pato Lucas, un Lobo, uno que dice que se llama Pulgarcito y una tal Ricitos
de oro. Devuélveme mi dinero timador.
-No sé que ha podido ocurrir...
-Mi turno -dijo la señora de las arrugas- Resulta que estaba yo haciendo un
conjuro antiarrugas y, de repente sale de mi libro Sancho Panza y me clava su
espada (bueno, más bien era un palo de madera afilado, pero él lo llamaba
espada) en toda la verruga que tengo en mi preciosa y delicada nariz.
-Lo siento no se que ha podido pasar. Respecto a lo de vuestro dinero... me lo
gasté comiendo en un buen restaurante con mi mujer.
-Pues nos paga con el sueldo de otro día -dijeron todos a la vez.
-De acuerdo.
Pablo pagó a cada cliente su dinero y cuando por fin se fueron, se preguntó a
si mismo:
-¿Qué habrá pasado?
De repente salió de un libro rojo y delgado Bambi.
Se acercó a Pablo y le dijo subiéndose al mostrador:
-No te preocupes, mis amigos y yo te devolveremos tu dinero, lo pagaremos de
nuestro bolsillo.
-¿Pero, cómo has salido del libro?
-Los personajes de los libros tenemos vida. El otro día estábamos de fiesta y
entraste, así que nos metimos en el primer libro que encontramos. Por eso se ha
armado todo este barullo.
-Ya entiendo... Hagamos un trato: yo os dejo hacer fiestas por la noche a cambio
de que siempre volváis a vuestros libros correspondientes,¿vale?
-Está bien.
Y colorín colorado, todo este jaleo ha terminado.
MARTA GONZÁLEZ SEOANE 6º B