BIBLIOTECAS PÚBLICAS MUNICIPALES 23 DE ABRIL, 2001. DÍA DEL LIBRO. MÁLAGA


Fragmentos de la publicación realizada por el Área de Cultura del AYUNTAMIENTO de MÁLAGA 
con motivo del DÍA del LIBRO.

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Las bibliotecas públicas municipales de Málaga quieren celebrar el 23 de abril, fecha que conmemora la muerte de Cervantes, Día del Libro, con un acto "quijotesco", utilizarán a magas y encantadores que tanto rondaban por la cabeza del Quijote para dar vida a su autor y para que durante unos momentos se pase por las bibliotecas y nos hable de su vida y de su obra.

Y aquí, en este librito, se han impreso sus palabras, para que cuando la magia de los encantadores desaparezca y Cervantes tenga que "marchar", podáis seguir con él. 

La Concejala Delegada de Cultura y Turismo.
Ana María Rico

 

CERVANTES, 
UN HOMBRE EN BUSCA DE AVENTURAS Y PALABRAS. 


Cervantes viaja en el tiempo hasta una biblioteca. Al principio se siente confuso, extrañado, tal vez los que lo contemplan sientan lo mismo. Pero a medida de que el personaje se da a conocer todo y todos se comprenden mejor y se aceptan sin reservas. En un principio porque el increíble genio de Cervantes les hace partícipe de sus aventuras, les cuenta que no nació con una pluma en la mano, porque el objetivo de su presencia es acercar los libros a los chicos y chicas que lo acompañan en este momento y no intimidarlos con la palabra escrita. Todo lo contrario. Les hará ver que es de carne y hueso, que ha sufrido, que ha reído, que ha superado sus problemas y todo ello ayudado por una imaginación portentosa y por los personajes que han surgido de ella. Le dedica un lugar especial a D. Quijote, el ingenioso hidalgo. 
Invita a todos los presentes a conocerlo mejor a través de estos personajes librescos que reflejan episodios de su vida como observador activo del mundo y su destino.

                                                                                                           

CERVANTES 
Pero... ¿qué es esto?, ¿dónde me hallo?, ¿acaso me han atacado las fiebres de la locura?, ¿aquellas mismas que sufre desde hace siglos mi fiel Don Quijote, mientras camina por entre las páginas de libros que le han hecho alcanzar la inmortalidad?
Descubro sin grandes esfuerzos que este lugar me es desconocido. La gente que me rodea me resulta irreconocible.

¿Será gente muy importante? ¿Acaso su mundo está lejano al mío? Sus ropas son muy extrañas. 
Yo visto mi gola de encaje, mis calzas, este jubón bordado de fina seda y al cinto me ajusto una pequeña daga, que en su tiempo me regaló el duque de Sessa.

Mas... descubro que en mi tierra me hallo, porque hasta aquí acude un impetuoso olor a azahar, envuelto en cierta bruma salobre, que me hace pensar en un mar cercano. Enmudezca yo y hablen ellos si tienen algo que contar de mí.

Paréceme estar en un teatro en el que soy un actor, y a fe mía, que ésta no es mi profesión.
Ahora bien, si esto es una situación llena de gracia e intenciones burlescas, no seré yo quien me oponga a permanecer en calidad de rufián o pillastre de un entremés o de una comedia llena de humor, pues a pasar un buen rato no me niego. 

Cierto es que aquí me encuentro, sin saber cómo he llegado.
Me da por pensar, que tal vez esté tan fuera de la realidad, como mi fiel personaje Alonso Quijano, del que antes hablaba y que quiso llamarse a sí mismo D. Quijote de la Mancha.

A fe mía, y por defenderlo,¡Santa María!, pretendo, que los aquí presentes, salgan de esta sala con el firme convencimiento de que D. Quijote, en su locura, estaba más cuerdo que muchos de nosotros. 

Pero miren vuestras mercedes, ya hablaré de él más adelante. Ahora, dado que mi educación fue provechosa, pues buenos reales se gastaron mis padres para que así fuese, voy a presentarme como corresponde a un hidalgo que se precie de serlo.

Sí, hidalgo, porque soy un hombre con cierta nobleza en la sangre y generoso de corazón. Ahora que os veo mejor, ¿quiénes sois vosotros? 

¡ESTUDIANTES!, ¡Ah!, también yo fui estudiante.

Pero no pienso soltar una palabra más sin presentarme. Algunos tal vez hayáis intuido mi nombre.

Pues sí, yo soy Miguel de Cervantes Saavedra y nací en Alcalá de Henares, cerca de Madrid, en el otoño de 1547. 

Dicen los que de mí saben mucho, que soy el máximo representante de las letras españolas del siglo XVI, y el primer novelista de la literatura mundial.

Cuentan que mi imaginación es portentosa y que domino la palabra escrita con genialidad y perfección. 
Si esto es así, no tengo nada que replicar. ¿Cómo osaría contradecir las mentes superiores que aciertan a decir semejante cosa?

Se narra, no obstante, que no tuve estudios muy elevados, pero en opinión de muchos hombres sabios, mi ingenio vivo y sagaz, cubrió todo lo que me faltó de colegios y universidades, y así hubo de ser. Sólo con leer mis libros lo sabréis.

Acabo de encontrar en mi imaginación el motivo de mi presencia aquí, en este lugar lleno de libros. 

Se me ha encomendado la misión de haceros llegar acontecimientos de mi vida. Creedme que tengo para todos los gustos, pues aunque mi fama se revela por mis escritos, no escatimé aventuras, lances de capa, guerras, prisiones, cadenas. 

Glorias y miserias fundidas en las palabras que llenan mis textos y mis recuerdos.
Mas es mi deseo, que conozcáis de mi boca aquellos hechos que me hicieron un ser humano, antes que un escritor. 

En cuanto a mi vida, ya os lo he referido, está llena de aventuras, tantas o más que las de mis personajes, de ello doy sobrada cuenta en mis escritos. Los héroes de mis libros son más reales que yo en este momento y vedme aquí y ahora, que soy de carne y hueso. 

Ellos, los personajes de mis historias, os hablarán de mí. Os cuento un secreto, si un día os encontráis con alguno de mis libros, sólo tendréis que abrirlo y dejar que las palabras os revelen todo tipo de aventuras. Los libros os hablarán siempre que queráis oírlos, yo ahora os hablaré de mis aventuras por esta tierra de Dios. 

Miradme y encended esa lamparilla inagotable que es la imaginación. 

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¡Que grandísimo era su contento, al ver con cuanta facilidad había dado principio a su deseo! 
Representación teatral
¿Quién osa interrumpir mi relato, acaso eres tú Quijote, deslizándote con clarividente astucia siempre en mi vida y mis hazañas? 

No hay respuesta. Mas reparad, porque no me extrañaría, que cuando entusiasmado esté relatando mis gestas, venga Él de nuevo a interrumpir mis palabras.

Prosigo. Comprenderéis que a mí no me amedrenta este hidalgo de lanza en ristre. ¡Voto a Satanás!

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He limpiado ya mis armas, puse nombre a mi rocín, sólo queda ya partir y buscar una dama a quien amar y servir.

¡Ah! ¿De nuevo osas interrumpirme? ¡Sancho! A ti acudo, tomemos un buen trago de ese buen vino que llevas en la bota. 
No es mi intención provocar envidia alguna a ningún bodegonero de Málaga.

Pues se ve amigos que me escucháis, que me quedaré sin aclarar mi garganta, mas no temáis, mi relato continúa, aunque mi garganta esté seca.

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Descubrir que ahora yo podría alargar la mano y encontrar aquí una de mis obras, como Rinconete y Cortadillo, me llena de emoción, pues veo que aquello que escribí hace siglos sigue interesando aún.
Luego, ¿qué es el tiempo en realidad? 

Es cierto que me enorgullezco de las 20 o 30 comedias que compuse. Y debieron de ser buenas, pues cuando se recitaron en los teatros de Madrid ninguna recibió ofrenda de pepinos ni de otra cosa arrojadiza, por el contrario recibieron de los oyentes gustoso aplauso. Con ellas me convertí en el primer escritor que ponía en boca de sus personajes, los pensamientos y las imaginaciones que esconde el alma. 

¡Yo soy quien soy! El caballero de la triste figura.

Ved, vuestras mercedes que de nuevo reclama mi atención este D. Quijote, este hidalgo que creé en el interior de una novela. Lo rodeé de libros, ellos lo defendieron de las ofensas de la vida. Luego lo mandé a caminar por esos caminos que él sólo merecía descubrir, para ganar perpetuo nombre y fama, como corresponde a un caballero andante.

Para que su aventura no fuese solitaria, le di un escudero Sancho, al que antes me habéis oído pedir un trago de vino. Sancho, el de corazón noble y leal. El mismo D. Quijote dice que el tal Sancho, es un ser que no hace mal a nadie, sino bien a todos..."por esta sencillez le quiero como a las telas de mi corazón" 

Decidí, como punto de partida, de la novela, un lugar de nacimiento para mi Alonso Quijano, del que ni yo, Miguel de Cervantes, tengo ganas de acordarme. Y es que su salida al mundo la hace desde una habitación llena de libros, de un lugar parecido a este.

No he de negar que a través de estos libros de caballerías que enturbian la razón de D. Quijote, quise ser crítico y sátiro.
Mas he de reconocer que mi D. Quijote cumple su papel de personaje libresco, es decir de alguien que habita los libros.
Porque a mi entender, los libros son algo más que meros montones de papel escrito. Los libros cobran vida cuando los leemos.

Os descubro, sin ningún tipo de duda, que cuando escribía el Quijote, volví a soñar, a recordar días de gloria y juventud a revivirlos al lado del ingenioso hidalgo.
Por eso, yo aquí fuera y Alonso Quijano dentro de su libro, acertamos a llevar ilusiones paralelas. Aunque pronto quedé desbordado por mi personaje, por su talante idealista, por sus batallas singulares, por sus nobles anhelos, por el amor a Dulcinea, frente a la incomprensión, el egoísmo, la ingratitud de las gentes.
Compuse diálogos entre ideal y realidad.
Vertí en él episodios picarescos, poesías, refranes, todo ello pese a opiniones encontradas con el firme y consciente propósito de crear un lenguaje familiar , pues quería que todo el mundo lo entendiese. Lo mezclé todo con acierto, pues el resultado fue sorprendente.

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El discurso llega a su fin, y a su fin el motivo que me trajo.


Me marcho, con alegría contenida
lo confieso como escritor y caballero.
Os he narrado mis hazañas
jóvenes de este tiempo,
si queréis saber de mí
en los libros me hallaréis.
Pero ahora, aquí, rodilla en tierra
me veis,
para recibir de vuestra cortesía y comprensión
un premio:
el aplauso a mi relato.

Me voy junto a mi fiel hidalgo D. Quijote.
Os dejo aquellas prendas que hicieron de Él
un personaje inmortal:
el valor, la valentía, la firmeza y el amor.

Buscaremos entre los dos,
encantamientos blancos
en los reinos de la imaginación.


¡Quedad con Dios, buenas gentes, y que el viento os sea favorable en cada uno de los episodios de vuestra vida!



Carmen Ramos.
Málaga, a 23 de abril de 2001

 
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